Contra el servilismo

Indignación de P. En el colegio de su hija, la dirección, junto con los maestros y seguramente en nombre de un «proyecto pedagógico» meditado con madurez, pide a los alumnos que confirmen el concepto que les pusieron en los boletines y que aumenten la exigencia. Y esto, escritas por la mano de los chicos, da por ejemplo: «No quiero tener más una nota como ésta. Voy a esforzarme. No es verdad que mis compañeros me hayan desconcentrado». «¡Es como Pol Pot!» se indigna P., a quien nunca vi tan enojado. Es exigir que los alumnos retomen como propios los juicios que el educador se hace de ellos. Lo más grave, para mí, es que el educador está con toda seguridad convencido de que, actuando así, «hace más responsables» a los chicos y favorece su autonomía, cuando en realidad lo único que refuerza es su sumisión, al obligarlos -con una voz suave, me imagino, parecida a la del sacerdote- a firmar sus propias faltas. Una técnica así hace que terminemos extrañando los castigos corporales de las escuelas de antes, ique por lo menos lograban fabricar rebeldes, resistentes! . No hacer en psicoanálisis nada que pueda reforzar la sumisión de los pacientes (palabra que de por sí…), su servilismo, sobre todo si es voluntario. Y, uno mismo, intentar liberarse de todo servilismo a lo teórico, comenzando por la teoría propia.

JB Pontalis

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