Cultura-barbarie

“No hay testimonio de cultura (ein Dokument der Kultur) que no sea al mismo tiempo un testimonio de barbarie (… ein solches der Barbarie)”. Creo que la cuestión no reside tanto en buscar en la cultura las raíces más o menos directas de una barbarie comprobada sino en interrogar las modalidades históricas de una cierta coexistencia, es decir, de una connivencia o, por el contrario, de una confrontación entre ciertas formas de la cultura (…) y ciertas formas de la barbarie.

Hace poco pasé cinco días en Atenas. Evidentemente, es muy poco tiempo para comprender. Ciudad solo vislumbrada, apenas vislumbrada, digo bien: apenas. Para el aficionado al arte (y los aficionados al arte son numerosos, el turista promedio es uno, el historiador profesional, otro), Atenas es sin duda un paraíso de cultura. Toda una antigua vida se despliega ante nuestros ojos agradecidos: una vida de deseos y duelos, de hombres y dioses, de danzas orgiásticas y lamentaciones trágicas… Vida misteriosa y tan cercana a la vez, vida de nuestros propios fantasmas (o fantasías) eternizada en el mármol. Pero está también toda esa vida presente que pasa ante nosotros, se despliega, nos rodea y nos implica; esa vida de deseos enlutados, de hombres sin dioses, de danzas trágicas en lo cotidiano, esa vida que oprime la garganta porque vemos en ella, entrelazada con la energía del deseo, un presente intolerable, que nos dice violentamente en qué esta transformándose Europa.

Georges Didi-Huberman

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